Si no se aplica un herraje es necesario hacer un recorte y acordonar la parte distal de la muralla, para así evitar que el casco se desportille. Se debe tener mayor cuidado durante el trabajo del caballo, ya que puede despalmarse fácilmente al no tener la protección que le otorga la herradura.
Si los cascos no son recortados crecen a tal magnitud que se les forman aparentes defectos al caminar, se altera la circulación del casco y los caballos permanecen echados todo el tiempo. También la falta de recorte y herrado pueden traer como consecuencia la herradura asentada —herradura enterrada en la suela, abscesos, pododermatitis, lesión de los tejidos blandos que se encuentran dentro del casco, entre otros.

Ahora bien, si por alguna razón los cascos de tu caballo crecen anormal y rápidamente, deberán recortarlos con mayor frecuencia que lo recomendado. El herrero deberá hacer el recorte cuando el caballo ha presentado la enfermedad de laminitis, esta enfermedad tiene como secuelas cascos con ceños —cascos corrugados— y crecimiento excesivo de los cascos, entre otros.
Una razón más para hacer el recorte de cascos continuamente es porque si los caballos presentan mala conformación de aplomos —mala alineación de las extremidades— desgastan irregularmente los cascos. Esto puede corregirse ligeramente mediante recortes continuos en potros menores de dos años; al avanzar la edad es imposible corregir defectos de aplomos en caballos adultos. Lo único que puede hacerse en estos casos es colocar herrajes especiales para mejorar la marcha y evitar el entorpecimiento de los movimientos de las extremidades, evitando así accidentes al caballo y al jinete.

Los cascos de los caballos son sus uñas que crecen alrededor de dos centímetros por mes, así que los cascos deben ser recortados cada cinco o seis semanas, dependiendo del crecimiento del casco y del trabajo que realice el animal. Si se deja más tiempo sin herrar al caballo, se puede asentar la herradura —la herradura penetra en la palma del casco— y lo lesiona. Si se realiza antes el recorte se puede despalmar el casco del caballo —llegar a las partes sensibles del casco— produciendo mucho dolor y claudicación —cojera— en ambas situaciones. Se debe respetar la anatomía normal del casco y aplicar pomadas lubricantes o astringentes en caso necesario para resecar o endurecer el casco.